martes, 10 de enero de 2012

Realismo Mágico

Lenguaje literario que consiste en narrar sucesos que por sus características deviene en una alteración inequívoca de la realidad, y que a su vez muestra lo irreal y extraño como algo natural cotidiano y común, donde lo real se torna mágico y lo mágico se torna real; no aspira este lenguaje, ni pretende suscitar emociones terror, miedo, sobrecogimiento sino más bien expresarlas; mostrar la magia, lo insólito, lo maravilloso, inmerso en el plano real, no como una cosa separada de esta sino formando parte de esa realidad. En el Realismo Mágico los hechos extraordinarios escapan a todo razonamiento lógico, lo que hace suponer que es producto de un milagro o de un clima sobrenatural que forma parte de la misma realidad o es “la otra realidad”. Es de hacer notar que los elementos Mágicos o fantásticos son percibidos como normales por los mismos personajes que intervienen en estos relatos; resaltándose la presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad. Esta tendencia se puede definir como una preocupación estilística por mostrar lo irreal y extraño como algo cotidiano y común. Este tipo de narraciones contiene multiplicidad de narradores; combinando: Primera, segunda y tercera persona, con el fin de darle distintos puntos de vista a una misma idea y mayor complejidad al texto; es más, el tiempo es percibido como cíclico no lineal según tradiciones disociadas de la racionalidad moderna. Se distorsiona el tiempo, para que el presente se repita o se parezca al pasado. Por otra parte, encontramos cuatro posturas en el tratamiento del tiempo. Primero, el tiempo cronológico: Las acciones siguen el curso lógico del tiempo. Segundo, ruptura de planos temporales: mezcla de tiempo presente con tiempo pasado (regresiones) y tiempo futuro (adelantos), como en “La noche boca arriba” de Julio Cortázar. Tercero, tiempo estático: El tiempo cronológico se detiene, es como sino trascendiera; en cambio, fluyen los pensamientos de los personajes. Cuarto, tiempo invertido: Es el más contradictorio: considerar la noche día. Cuando leemos: “Era el amanecer"; "Se hizo la noche", entre otras. La relación que guarda esta tendencia con el surrealismo se debe a la inquietud por buscar los aspectos sobrenaturales necesarios para crear una realidad basada en los sueños y el subconsciente. Debido a esto, muchos escritores y artistas latinoamericanos viajaron a Europa en la década del 20 y del 30 para incorporarse al surrealismo; pero a su regreso percibieron que no era necesario buscar esa realidad extraña en el “viejo continente”, ya que de hecho esa realidad se encontraba en la cultura de sus propios países debido a la combinación de muchos aspectos socio-culturales con mitos, leyendas, creencias religiosas, magia y tradiciones populares; lo que crea una familiaridad colectiva que limita la racionalidad. No está demás decir que el realismo mágico tiene su origen en la cultura latinoamericana, a partir de las interpretaciones que hacían los europeos en sus viajes en la etapa de la colonización, de las cosas que observaban en el nuevo continente. Los textos históricos de esa época son ricos en relatos y descripción de cosas maravillosas, producto de la extrañeza que provocaba en los exploradores, lo que veían en sus viajes. Es a partir de esta tradición de la interpretación de la realidad del nuevo continente, y a través de ojos europeos, por lo que se creó una visión sobrenatural de la realidad latinoamericana. Que cuentan maravillas de animales y pájaros fantásticos como el Quetzal, de ciudades ocultas y territorios fabulosos como El Dorado, pasando por fuentes de la eterna juventud y árboles cuyos frutos eran capaces de proveer todo lo que los hombres necesitaban para su subsistencia. También podemos decir, que América es una magia poética pensada por Kukulkán, Quetzalcóatl (La serpiente emplumada) y otros dioses precolombinos. Toda América está ganada para el Realismo Mágico por la cantidad de paisajes naturales tan grandiosos como el Churún Merún, la lágrima que sale del ojo del cíclope encantado y por la variedad de misterios que contiene, como los moái, las cabezas gigantescas de la isla de Pascua; la cuenca del Mirador, la cuna de la civilización Maya con la pirámide más grande del mundo, la "Danta". Desde la segunda mitad del siglo XX, la narrativa latinoamericana amplía su perspectiva más allá de los temas comunes de la novela realista en medio de un escenario de revoluciones culturales y políticas, con un amplio apego a la superstición, que aunado a regímenes autoritarios y procesos locales se combinaron con las vanguardias europeas, el psicoanálisis y las principales inquietudes del mundo entero sobre los problemas humanos y existenciales, ofreciendo a la “pluma latinoamericana” un escenario ideal para impulsar el Realismo Mágico en la literatura, convirtiéndolo en una senda hacia la consolidación de una identidad regional. En medio de este proceso, resaltan los nombres de Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias y Juan Rulfo. Destacan años después, en la década de los 60, escritores como Gabriel García Márquez , Mario Vargas Llosa y otros, que consolidan la literatura latinoamericana en el ámbito mundial. La frase “Realismo Mágico”, muy usada por los literatos, se debe al crítico alemán Franz Roh, quien lo utilizó en 1925 para describir a un grupo de pinturas post-expresionistas; luego fue tomado por la literatura para definir una nueva tendencia narrativa hispanoamericana entre 1950 y 1970. No obstante, el concepto ganó mayor trascendencia cuando el venezolano Arturo Úslar Pietri lo introdujo en su ensayo “El cuento venezolano”. Señala este escritor: “Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable, fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podría llamarse un realismo mágico”. En Venezuela, se puede considerar como la iniciadora de esta corriente literaria la novela “Doña Bárbara”, de Rómulo Gallegos, publicada en 1929. Sin embargo, uno de los primeros escritores en transitar este camino de manera sólida, es el escritor cubano Alejo Carpentier quien utilizó por primera vez esta frase con este sentido, al formular la siguiente pregunta al final del prólogo en “El reino de este mundo” (publicada en 1949): "¿Qué es la historia de América Latina sino una crónica de lo maravilloso en lo real?". Uno de los personajes de esta novela: Macandal, no es una simple invención mental del escritor, ya que fue un ser real de carne y hueso, pero al mismo tiempo fue un ser mágico dotado de poderes por la fe que le tenían sus contemporáneos. Y que alentó ─ según las propias palabras del autor ─ , una de las sublevaciones más dramáticas y extrañas de la historia. El 20 de Enero de 1758, Macandal fue condenado a morir quemado en la hoguera, de donde hizo un escape increíble. Este personaje fue uno de los grandes revolucionarios de la historia, pero su historia se mantiene callada. Fue el primer negro conocido en proclamar que pondría fin a la esclavitud. Fue tomado de la región del Congo a la edad de 12 años para traerlo a América como esclavo, hablaba con fluidez el árabe; era buscado por los esclavos y los aristócratas por su conocimiento sobre las plantas en el tratamiento de las enfermedades. Era un músico talentoso, pintor y escultor; y a pesar de que la educación estaba prohibida para los esclavos, aprendió a hablar francés con mucha fluidez. Después de escapar de la plantación donde estaba como esclavo, comenzó el derrocamiento de los franceses y la derrota de la esclavitud. En América latina, el realismo mágico, refleja a través de la fantasía, toda una serie de supersticiones, creencias populares y religiosas que son propias del sentir latinoamericano que aunado a la flora, la fauna, al paisaje natural y a la arquitectura y al arte de la cultura precolombina; dan el toque mágico para que la mente vuele y se explaye. Esta característica común a toda América latina, guarda una estrecha relación con el sincretismo cultural y religioso y se da con muy marcados matices en muchas regiones de la República Bolivariana de Venezuela; En Cumaná, San Juan, Chiguana, Cariaco y otros pueblos de Sucre; nos topamos con el Realismo Mágico en cada rincón, y a cada paso que damos escuchamos historias y cuentos de fantasmas y aparecidos como aquel del caballo sin cabeza, la llorona, los encantados o aquello de personas que tomaban forma de animales o de mujeres que se transformaban en brujas. Es necesario resaltar aquí dos hechos que puedo catalogar como Realismo Mágico: El de Machó el titiritero, el mágico manipulador y hacedor de títeres y el del legendario Juan Jiménez y su relación tangencial con el mito de personas que se transformaban en animales. En el primer caso: Un hombre tartamudo, con dificultad para expresar sus ideas, y para más perlas, un ser analfabeta; fue capaz de hacer unas presentaciones improvisadas y espontáneas por las calles de Cumaná, en la década de los 50 y los 60 con unos títeres elaborados y manipulados él. La gran mayoría de las personas que presenciaban estos actos creían que el negro Machó tenía poderes mágicos. El mencionado titiritero, apodado Machó, tenía por nombre Jesus Natividad Manosalva, y vivía en el barrio Cardonal de la parroquia Altagracia. Este personaje, fue el primer titiritero de quien se tenga noticia en Cumaná; en una época en la que nadie sabía que era un titiritero aunque si se conocía la elaboración de las muñecas y muñecos de trapo y de madera. El segundo caso es el del legendario Juan Jiménez, un hombre y un nombre del cual se creía que era una invención de un cantante de Joropo: “No te metas Juan Jiménez con los negros de chiguana que el que no se vuelve sapo se vuelve culebra de agua” y de otros cantadores de Joropo he escuchado: “... que el que no se vuelve tigre se...”. ¿Cuál sería ni sorpresa?, cuando me entero de la existencia del mentado Juan Jimenez por una entrevista que le hizo Benito Yradi cuando este era delegado cultural de la UDO. Ese domingo Benito le preguntó con ojos de incredulidad: ¿Es usted el mentado Juan Jiménez de tanta fama? Y este respondió con su canto, como para que no quedará duda: “Juan Jiménez el que canta, Juan Jiménez el que implora, Juan Jiménez el que le roba con la garganta las niñas a las señoras”. Esta entrevista salió publicada en “La Revuelta”, revista del Sistema Masivo de Revistas del Ministerio de la Cultura.






Humberto J. Ramos