Mi
enervado
corazón
rasga
el
silencio
descorre
el
velo
de
tu
tesitura
de
tu
piel
de
tu
voz
y
tu
silencio
porque
la
Musa
viene
por
momentos
y
me
despierta
quiero
retenerla
entre
mis
manos
¡No
puedo!
se
me
escurre
como
agua
en
canasto
¡Musa!
¡Amada
mía!
has
tañer
mi
campanario
de
alegría
aunque
sea
¡Por
piedad!
de
angustias
penas
puntea
las
cuerdas
de
mi
lira
y
hazla
vibrar
hasta
que
broten
de
sus
cuerdas
una
a
una
gotas
de
sangre.
Humbertto J. Ramos
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