jueves, 27 de febrero de 2020

Enfermedad terminal


Quiero llegar despacio
muy quedo
Que no oigas mis pasos
ni mi voz desde tu aposento.
Porque que al oírme
me llamaras con la
desesperación de una moribunda
temblorosa,
llorosa
casi al borde de la extinción
¡Que no quieres morirte!.
Eso lo sé.
Yo tampoco quiero,
porque cada día muero contigo,
y tu dolor lo llevo acuesta
como una
maldición.
Pero la vida es así.
¡Cruel!.
Qué podemos hacer ante el destino.




Humberto J. Ramos






















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